Me fui de exilio físico. Pasaron cosas. Muchas. De esas que antes me quitaban el sueño y la tranquilidad. Me ha sorprendido que esta vez no ha ocurrido lo mismo. Me dejé llevar sin forzar nada, sin preguntar, sin pedir explicaciones y sin pensar en consecuencias. Actuar, pero no reflexionar. Cambio de criterio, para ver si así me va mejor. Y lo cierto es que he pasado unos días en calma. He recuperado además algo que creía perdido: una buena amistad. Con ello, he vuelto a disfrutar, desde entonces, de las conversaciones eternas sobre nada en concreto. Confesiones inconfensables a dos palmos del oído para que ni el aire se enteré de lo que nos contamos. Risas tontas por una frase cogida al vuelo. Gestos mil veces repetidos que sólo entendemos unos poquitos. En una palabra: complicidad…
Y la volví a liar. Por gilipollas. Sin motivos concretos. Cuándo se me agradecía, por fin, algo que había exigido tantas veces en la soledad de mi habitación. Ahora reconozco ese agradecimiento, pero en el momento se me cruzó y me sentó como un puyazo caído. Saqué la casta, pero no la de bravo, sino esa de manso que convierte en marrajo a cualquiera por buen hierro que lleve. Y contesté, con esa ironía de la que a veces abuso, olvidando que un texto es más frío que una palabra a la cara. Ahora me he arrepiento porque me lo han hecho ver, porque me he enfriado, porque he releído mi gilipollez. Por mil cosas. Pero, sobre todo, porque volví a oír la frialdad de la voz del amigo, dándole por perdido de nuevo. Un chasquido de quiebra, de rotura, ahora que todo parecía haber vuelto a la normalidad… No quiero darle más vueltas, porque me hace daño justo cuando pensaba que ya no me afectaba todo esto.
No tengo ganas de pensar. Doy al play y suena Sabina: … Incluso en estos tiempos veloces como un Cadillac sin frenos, todos los días tienen un minuto en que cierro los ojos y disfruto echándote de menos. Incluso en estos tiempos en los que soy feliz de otra manera, todos los días tienen ese instante en que me jugaría la primavera por tenerte delante... ¡Mierda!