Vaya noche buena que estábamos pasando. Me sorprendo a mí misma disfrutando de la noche de esta ciudad. Tanto que he renegado y mira, ahora quemando las horas como si fuesen minutos. Pero es que hoy estamos todos. Juntos de nuevo. Los cinco de Castilla. Y yo disfrutando. Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien por aquí. Risas cómplices. Historias vividas en años estudiantiles. Taras mentales de relaciones que son, fueron o podrían ser. Puyas de lado a lado con crueldad cariñosa. Alguna duele, pero se perdonan. Música. Copas. Alguna mirada al morenazo del grupo de al lado. Y a ese alto de camisita. Ese es muy mío. No recordaba tantos buenos ejemplares por aquí. Más risas. Del foro, lo juro, ni medio recuerdo. Hoy no. Me niego. Carpe Diem. Se acerca un amigo para comentarme algo. La música a todo volumen hace imposible la comunicación. Intentó acercarme, pero nada. Pongo una mano cariñosa en la nuca para acercar su boca a mi oído. Calor. Sudor. Y todo el buen rollo y el estado zen, se va a la mierda por un gesto insignificante. Toco su pelo húmedo y otra vez los recuerdos se ponen de pie. Día golfo. Una de cal y otra de arena. Mucha niña mona. Minifaldas y escotes a la orden del día, o de la noche. Y tú atento a todas. Sin perder comba. Sin decidirte pero sin descansar. Ni un parón para darle un sorbo al cubata. Miro para otro lado con, total y fingida, para que negarlo, indiferencia. No puedo, ni quiero, ni debo pedir explicaciones. La mejor de mis sonrisas es mi arma contra todo y todas. Abuso de la ironía y el sarcasmo, puyita va, puyita viene. En el fondo, no lo puedo negar, aparece la acidez en el estómago y el nudo en la garganta. Porque lo que me apetece es perderme en tus labios, como unas horas antes. Allí delante, sin importar el que dirán. Pero sé que ahora no puede ser, quizá en un rato volvamos a alargar la despedida. Un ejercicio ése de pérdida de dignidad para muchos. Pero a estas alturas, ya me sé de memoria el cuento que tú me ofreces. Y también cómo se ve desde fuera. Y no es que no me importe, es que no lo puedo evitar. Siempre caigo en tus labios a pesar de todo. Pero ahora voy a disfrutar de todo. Sin malos ratos. Estoy en mis dos días de exilio físico. Así que sigue golfeando que yo voy a volver a las risas con la niña. Pero en un momento coincidimos. Nos sentamos juntos. Como antes. Y vuelven las confidencias a media voz. Las canciones y las fotos que vuelan de móvil a móvil. Los susurros de historias pasadas al oído. Ya no hay niñas monas. Estamos tú y yo. Como si estuviéramos solos. De fondo un fandango bien cantado. Te acercas a decirme algo. Me vuelvo a perder en tu olor. Y no puedo evitarlo. Me sale instintivo. Un gesto. El nuestro. Mis dedos juegan entre tu pelo. Te acaricio despacio el cuello. Sudor. Calor. Parpadeo. Veo la cara de mi amigo de toda la vida enfrente de mí. “Te has ido de fiesta a otro lado y a otro momento, ¿verdad?”. Sonrío. Cómo me conoces,tío. Pero sé que me entiendes porque a ti también te pasa de vez en cuándo.