Estaba sólo en el suelo. Era lógico, lo acababa de dejar yo, tras sacarlo de mi vaso. Demasiado hielo para mi, últimamente, renqueante garganta. Sin motivo me salió un gesto instintivo: patadita para intentar acertar en una alcantarilla cercana. Y así, mi mente me volvió a sacar de esta aburrida ciudad. De pronto me ví en pleno Diciembre. Frío invernal. Un puente festivo, y tú y yo, como valientes, solos en el foro. No recuerdo las razones pero allí estábamos. Dos amigos, dos compañeros, dos hermanos nacidos a más de mil kilómetros el uno del otro. Cae la noche. Y nos perdemos en la locura de coger el verde autobús que nos lleva a la capital. Como compañeros sólo llevamos una botella de ron, otra de refresco, dos vasos y unos hielos. Perfectos acompañantes para nuestra soledad. Y es que nos tenemos el uno al otro, y los dos sabemos que, en el fondo, con eso basta. El parque de siempre como casi nunca lo vimos: extrañamente desierto. Pasan las horas entre bromas, profundas reflexiones y confidencias de mil tipos. Sólo una conclusión para todo: Brother, tú yo debimos encontrarnos antes. Fútbol, mujeres, política, hombres, estudios, sexo, familia… Los temas se suceden en torrente desordenado. Historias que surgen casi siempre sin ningún punto común. Y de pronto caemos en la locura definitiva…. Te levantas, tiras un hielo al suelo y comienza un particular partido de fútbol. Dos bancos a modo de pequeñas porterías. Balompié en plena madrugada. Con un par. Vuelvo mi mirada a ese cubito de hielo que antes no conseguí meter en la alcantarilla por pocos centímetros. Y siento, como una puñalada que duele, lo mucho que te echo de menos, brother. Para hablar. Para reír. Para llorar. Para salir. Para discutir. Para escucharte. Para echarte la bronca. O sólo para estar a tu lado, como durante los mejores años de mi vida. Por y para todo, corazón. Bueno, para casi todo. Estoy dejando de jugar al Pro en las noches perdidas. Con lo que yo fui. Será que me enamoré en la noche madrileña y perdí la cabeza. Ya te lo contaré, que esta vez, me toca darte la chapa a mí. Ya era hora. El café, ahora sí, lo pago yo.